Ayer el principito dijo ¡coño!
Yo me quedé 0_0 flipando en colorines. Porque no es una palabra que en casa digamos muy a menudo la verdad. O sí?
Nunca había dicho una palabrota pero fue caérsele el juguete al suelo y soltar la palabrita fina. Me quedé calladita y alucinando.
Cuando llegó el padre le comenté lo que había dicho, medio entre risas, medio alucinada todavía.
Luego dos horas después se me cayó a mi un vaso (de plástico menos mal) lleno de agua al suelo. Y dije coño. Me escuché y me di cuenta que automáticamente la palabra había salido de mi boca.
Blanco y en botella.
Esponjas, los niños son esponjas. Y no discriminan, no conocen la maldad de las palabras. A cuidar el lenguaje.