Dejando a parte el tema del destete nocturno (jajajajajajajaj) vamos a hablar de mi coche. Mi querido coche, que me dejó hoy más tirada que una colilla en una de las principales vías de salida de la ciudad.
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En plenas Ramblas de Santa cruz… decidimos hacer un pic-nic |
Iba yo con el principito más chula que un ocho a hacer unas compras cuando de repente el embrague de mi coche decide morir. Y no decide morir tranquila y pausadamente. No, no, decide morir de una manera dramática y muy teatral en medio de la ciudad y a quince minutos de que los comercios cerraran y los niños salieran del cole.
Menos mal que no tenía ningún coche detrás . Se habían quedado detrás en el otro semáforo. Menos mal y menos mal (no me canso de repetirlo) porque de lo contrario me hubieran dado seguro y por supuesto el principito iba detrás en su sillita.
Me pongo el chaleco reflectante y moderno. Me bajo del coche pongo el triángulo, saco al nene del coche y hago las llamadas necesarias. Me queda media hora por delante para esperar a la grúa… mientras tanto para el principito toda esta historia era la mar de divertida “Yuhuuuuuuuuuuuuuu mi madre para el coche en medio de la calle para que yo vea a los otros coches pasar y lo mejor de todo es que me da muchos muchos besitos hasta que viene una GRÚA (Vehículo maravilloso y misterioso que ¿se lleva nuestro coche?)”.
En eso viene papá a buscarnos y él se olvida de todo, se queda frito en el coche y yo pensando ¿Cuánto me costará el “arreglito” de las narices?
Menos mal que no me pasó en la autopista porque estaba a punto de cogerla. Tengo dos ángeles que nos cuidan desde el cielo.
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